La energía renovable ha irrumpido con fuerza en el panorama energético global, marcando hitos y transformando el mapa de la generación de electricidad en todo el mundo. Con un aumento sin precedentes del 50% en las adiciones anuales de capacidad renovable, 2023 consolidó su posición como un año récord en el crecimiento de estas fuentes. Desde Europa hasta Brasil, el impulso hacia las energías renovables ha alcanzado niveles históricos.

Según un informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), el incremento anual global de la capacidad de energía renovable alcanzó casi los 510 gigavatios (GW) en 2023, marcando la tasa de crecimiento más rápida en las últimas dos décadas. Este representa el vigésimo segundo año consecutivo en que las adiciones de capacidad renovable establecen un nuevo récord. Al observar más allá del panorama general y enfocarnos en los resultados regionales, se destaca que, aunque Europa, Estados Unidos y Brasil alcanzaron niveles récord en el aumento de su capacidad renovable, la aceleración en China fue particularmente extraordinaria. Asimismo, de acuerdo con los estudios de la AIE, la expansión de las energías renovables está empezando a ganar impulso en regiones anteriormente rezagadas, como el Medio Oriente, el Norte de África y partes de África subsahariana, donde los incentivos políticos están aprovechando la competitividad de costos de la energía solar fotovoltaica y eólica.

A medida que las energías renovables asumen un papel central en la transición energética global, a lo largo de las próximas líneas, exploraremos algunos de los logros alcanzados hasta ahora, los desafíos que quedan por superar y el camino hacia un futuro más limpio y sostenible para todos.

Un futuro cercano

El panorama energético mundial se transformará completamente para 2028. De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía, el mundo está en camino de agregar más capacidad renovable en los próximos cinco años que la instalada desde que se construyó la primera planta de energía renovable comercial hace más de 100 años. Según las proyecciones principales de la Agencia, casi 3.700 GW de nueva capacidad renovable estarán en línea durante el período 2023-2028, impulsados por políticas favorables en más de 130 países. La energía solar fotovoltaica y la eólica representarán el 95% de la expansión renovable global, beneficiándose de costos de generación más bajos que las alternativas tanto fósiles como no fósiles.

China es el gigante mundial de capacidad de energías renovables

A lo mejor no te lo esperabas, pero China representa casi el 60% de la nueva capacidad renovable que se espera que entre en funcionamiento a nivel mundial para 2028. A pesar de la eliminación gradual de los subsidios nacionales en 2020 y 2021, el despliegue de energía eólica terrestre y solar fotovoltaica en China se está acelerando, impulsado por la atractividad económica de las tecnologías y entornos políticos favorables que proporcionan contratos a largo plazo.

Según las previsiones de la IEA, se espera que China alcance su objetivo nacional para 2030 de instalaciones de energía eólica y solar fotovoltaica este año, seis años antes de lo previsto. El papel del país es fundamental para alcanzar el objetivo mundial de triplicar las energías renovables, ya que se espera que instale más de la mitad de la nueva capacidad requerida a nivel mundial para 2030. Al final del período de previsión, casi la mitad de la generación de electricidad de China provendrá de fuentes de energía renovable.

Es importante señalar que Asia está invirtiendo mucho en energía solar, al igual que en nuevas tendencias energéticas y nuevas tecnologías. De hecho, muchos de los principales generadores del mundo proceden de este continente. China es líder mundial en el uso de la energía solar fotovoltaica y lo ha sido desde 2015, cuando superó a Alemania. En apenas 2 años, entre 2016 y 2018, consiguieron doblar su capacidad solar instalada acumulada. A este crecimiento contribuye el hecho de que China es también el mayor fabricante de paneles solares del mundo.

El éxito verde de Noruega

Saliendo de Asia y mirando hacia el norte de Europa, Noruega es aclamada como un líder mundial en la adopción de energías renovables, con un asombroso 98% de su producción eléctrica proveniente de fuentes limpias y sostenibles. En el país europeo, la energía hidroeléctrica es la columna vertebral de esta hazaña.

Además de su éxito en la generación hidroeléctrica, Noruega ha implementado medidas innovadoras para garantizar el bienestar de sus ciudadanos durante los rigurosos meses de invierno. Optando por fuentes de calefacción ecológicas, como la bioenergía, el país ha logrado reducir significativamente su dependencia de combustibles fósiles como el carbón y el petróleo. En 2017, aproximadamente la mitad de la calefacción residencial se produjo a partir de residuos, mientras que un 20% provino de bioenergía, relegando al petróleo y al gas a un modesto 5% de participación.

Además, Noruega ha fijado objetivos ambiciosos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y establecer una sociedad de bajas emisiones para 2050. En este sentido, la abundancia de energía hidroeléctrica asequible ha permitido el desarrollo de industrias de alto consumo energético y un alto nivel de electrificación de hogares y empresas con emisiones limitadas de GEI. Sin embargo, como gran productor y exportador de petróleo y gas, Noruega se encuentra en una encrucijada, enfrentando la necesidad de evolucionar su sector energético en medio de la transición energética global.

El viento sopla a favor de Uruguay

Saliendo de Europa y dirigiéndonos hacia el continente Americano, Uruguay ha emergido como un líder destacado en la adopción de energías renovables, atrayendo la atención internacional por su enfoque innovador hacia la transición energética. En una conferencia reciente en Madrid, el país fue elogiado por su notable progreso en la generación de electricidad a partir de fuentes renovables variables, como la solar y la eólica.

El impulso hacia las energías limpias se remonta a una década atrás, cuando Uruguay, enfrentando desafíos de abastecimiento energético y altos precios de los combustibles importados, optó por un cambio. Con una combinación de políticas gubernamentales y asociaciones público-privadas, el país ha logrado descarbonizar su matriz eléctrica en más del 95% en menos de diez años.

La adopción de energía eólica ha sido especialmente destacada, con la instalación de 700 aerogeneradores en 41 parques eólicos que cubren más del 30% de la demanda eléctrica nacional. Además, Uruguay ha diversificado su mix energético con biomasa, energía solar e hidroeléctrica, logrando cubrir hasta el 97% de su demanda eléctrica con fuentes renovables en años de lluvias normales.

A pesar de estos logros, persisten desafíos, especialmente en la reducción de la dependencia de los combustibles fósiles en otros sectores, como el transporte. El gobierno actual está mirando hacia el hidrógeno verde como una alternativa sostenible para abordar estas preocupaciones, con planes ambiciosos que apuntan a descarbonizar la producción local para 2050.

Por ahora, Uruguay se encuentra en un punto crucial de su evolución energética, con un historial impresionante en energías renovables y una visión ambiciosa para el futuro. La capacidad del país para abordar estos desafíos de manera sostenible será crucial para los objetivos de sustentabilidad en la región.

El sol que ilumina Brasil es ahora mejor aprovechado

El gran vecino de Uruguay, Brasil, también se une a la lista de países que están explorando el potencial de las energías renovables. Recientemente, las inversiones en transición energética en Brasil, especialmente provenientes de la fuente solar, alcanzaron la marca de R$ 200 mil millones (35 mil millones €), según datos divulgados por la Asociación Brasileña de Energía Fotovoltaica (ABSOLAR). Este monto incluye tanto grandes plantas fotovoltaicas como sistemas de generación propia instalados en techos, fachadas y pequeños terrenos, lo que refuerza el papel de Brasil en la descarbonización de la economía latinoamericana.

Con más de 42,4 gigavatios (GW) de potencia instalada, la energía solar en Brasil supera la capacidad de tres plantas de Itaipú, la segunda más grande del mundo. Además, el sector fotovoltaico contribuyó significativamente a la generación de más de 1,2 millones de empleos verdes en la última década.

Según destaca Ronaldo Koloszuk, presidente del Consejo de Administración de ABSOLAR, la energía solar ofrece una evidente competitividad, brindando la posibilidad de ahorrar hasta el 90% en la factura de energía para los inversores, principalmente debido a la caída de más del 50% en los precios de los paneles solares en el último año.

Actualmente, la participación de la energía solar en la matriz eléctrica brasileña es del 18%, y el sector ya ha evitado la emisión de 51,9 millones de toneladas de CO₂ en la generación de electricidad desde 2012, además de contribuir con más de R$ 61,9 mil millones en recaudación a las arcas públicas.

¿Qué podemos esperar de los próximos años?

El panorama energético global está experimentando una transformación sin precedentes impulsada por el crecimiento exponencial de las energías renovables. Desde el hemisferio sur hasta el hemisferio norte, el impulso hacia estas fuentes de energía sostenible ha alcanzado niveles históricos, con aumentos que rompen récords anualmente.

A medida que avanzamos hacia el futuro, se espera que las energías renovables desempeñen un papel aún más prominente en el suministro global de energía. Con objetivos ambiciosos establecidos para alcanzar hitos como la superación del carbón como fuente principal de generación eléctrica y la duplicación de la capacidad de energía solar y eólica, estamos posiblemente en camino hacia un futuro más limpio. Sin embargo, todavía queda mucho camino por recorrer y, sin duda, enfrentaremos desafíos significativos en el camino hacia la plena adopción de las energías renovables, aunque queda claro que algunos países están avanzando más que otros. La necesidad de inversión en infraestructura, la integración efectiva de tecnologías emergentes y la superación de barreras regulatorias son solo algunas de las tareas pendientes.

Para lograr una transición energética exitosa, será fundamental el compromiso conjunto de gobiernos, industrias y la sociedad en su conjunto. Esto requerirá políticas sólidas de apoyo, incentivos económicos adecuados y una colaboración internacional efectiva. Solamente con un enfoque continuo en la innovación, la cooperación y la acción decidida, podremos construir un futuro donde las energías renovables sean la piedra angular de un sistema energético global más limpio y resiliente.