Cuando te mueves en este mundo de los data center y asistes a múltiples eventos, llega un momento en el que tienes dificultad para relacionar lugares con caras, y a estas con roles y organizaciones. Y si encima eres como yo, es decir, un auténtico despistado en esta materia, pues, de vez en cuando, te sube la bilirrubina manteniendo conversaciones neutras en las que, eso sí, se puede entrever la intrínseca capacidad de uno para ir moviendo las mismas de un lugar a otro hasta encontrar el punto de encuentro que ilumina el recuerdo y aclara la situación. Y si quien tienes enfrente no ha percibido tu transitoria situación de debilidad e incertidumbre, pues operación redonda y otra muesca en el cinturón de las salidas airosas.

De hecho, una vez en el aeropuerto de Santiago de Chile estuve cerca de 15 minutos charlando vivamente con quien, luego, resultó ser vecino del mismo portal donde yo vivo. ¡Pero qué diablos pintaba mi vecino allá!

Pero es que tampoco el sector da muchas facilidades. Cuando saludas a alguien a quien conoces “de toda la vida” pero que no ubicas exactamente, lo primero es hacer un ejercicio de estrabismo, manteniendo un ojo en la persona para no parecer maleducado, mientras con el otro se dirige fugaz mirada a la tarjeta de identificación que cuelga de su cuello. Y entonces llega una nueva comprobación de que ni la estadística ni el cálculo de probabilidades se encuentran alineados con la realidad. Al igual que la tostada con mantequilla cuando cae al suelo siempre lo hace del lado de la mantequilla, la mirada fugaz casi siempre choca con una identificación volteada. Cierto es que se han visto recientemente generosas medidas consistentes en la impresión del nombre por ambas caras pero aún persiste un grave problema para quienes no poseemos vista de águila.

Y por si esto fuese poco, a la hora de recordar los nombres de las empresas, en cualquier evento sobre Data Center al que vayas en la región de Latam, te puedes encontrar con DCD, CDC y DCC al mismo tiempo y que venga aquí el guapo que me diga que esto es sencillo de solventar. Y eso sin nombrar otros buenos colegas, muy habituales en esos foros, cuyo nombre no es tal, pero sí su apellido de nacimiento, algo así como “by DCC”.

Pues nada, amigos, a seguir en esta línea no sin antes recordar que, de momento, y hasta donde yo sé, en el sector quedan aún libres las denominaciones CCD, CDD y DDC. O sea, que al que Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.

Si agarran este tema los maestros “Les Luthiers”, seguro que fabricarían un tema musical memorable.