El constante crecimiento del Internet de las Cosas, la multiplicidad de dispositivos conectados a las redes de información, las aplicaciones, la realidad virtual y aumentada, la demanda de contenido en alta definición y el avance de la inteligencia artificial, así como la tendencia de impulsar las interacciones y transacciones en tiempo real, han evolucionado las redes y su infraestructura para facilitar la manera en que los datos se distribuyen y consumen.

Por esa razón, aunado a los data centers tradicionales (Core) y a la nube, se ha dado origen a una nueva alternativa complementaria: Edge Computing o cómputo distribuido, cuyo valor principal es permitir que el procesamiento de la información se realice más cerca de donde se recopila o genera; y a su vez, ayuda a las organizaciones a analizar datos importantes casi en tiempo real, además de que evita transferir o almacenar datos que se requieren recopilar, pero no son necesarios a largo plazo.